Hooters y las alitas de la muerte
Es Martes de promoción godín, todas las alitas y papas curly que te puedas comer por solo 209 pesos, (no veo la promoción) después de una larga lista de espera por fin tu mesa está lista y tu y tus amigos se sientan impacientes para pedir las primeras 10 alitas de BBQ o chipotle honey. Debido a lo lleno del lugar, sus ordenes tardan y en lo que esperan disfrutan de una plática del día a día y un vaso frío de cerveza.
Pero 15 minutos después es hora de la verdad, llegan sus alitas y todos guardan silencio, es hora de empezar un reto, estuvieron preparando sus estómagos toda la tarde para recibir cantidades ridículas de comida esa noche, toman su servilleta, la colocan a un lado de su plato y destapan el aderezo para iniciar la masacre. Durante las primeras 5 alitas nadie habla, se trata de disfrutar por completo y embarrarse las manos para después chuparse los dedos, un trago de cerveza y unas cuantas papas son necesarias para completar esa obra de arte y mezcla de sabores en sus bocas.
Terminaron las primeras 10 alitas y todo marcha bien, la conversación vuelve a la mesa y una bella mesera llega a ofrecerles más, piden otras 10 alitas y esperan pacientemente mientras ríen y voltean a ver cual es la mesera más guapa del establecimiento. Un vaso de cerveza después llegan sus codiciadas alitas y las primeras 5 entran como si estuvieran en casa, pero las otras 5 ya no las estás disfrutando de la misma manera, encuentras espacio en el estómago y pasan pero con problemas. Haces cuentas y llevas solo 20 alitas, eso significa que estás pagando 10 pesos por un mísero pedazo de pollo bañad en alguna salsa de mierda y te dices "esto es personal".
Pides otras 10 pero ya solo las ves en el plato, las revuelves con el tenedor, comes una, dos, tres y por fin aceptas la derrota, en una batalla injusta fuiste el perdedor, las alitas que quedaron en el plato de pronto se volvieron tus enemigas y te preguntas en que momento comenzaste a odiar lo que tanto querías momentos atrás.
"Les digo que no vuelvo a venir a este mugre lugar" tus amigos ven tu cara de derrota, heridas de la batalla terminada y te creen.
Es Martes de promoción godín en Hooters y te das cuenta que tu promesa solo duró una semana.
Pero 15 minutos después es hora de la verdad, llegan sus alitas y todos guardan silencio, es hora de empezar un reto, estuvieron preparando sus estómagos toda la tarde para recibir cantidades ridículas de comida esa noche, toman su servilleta, la colocan a un lado de su plato y destapan el aderezo para iniciar la masacre. Durante las primeras 5 alitas nadie habla, se trata de disfrutar por completo y embarrarse las manos para después chuparse los dedos, un trago de cerveza y unas cuantas papas son necesarias para completar esa obra de arte y mezcla de sabores en sus bocas.
Terminaron las primeras 10 alitas y todo marcha bien, la conversación vuelve a la mesa y una bella mesera llega a ofrecerles más, piden otras 10 alitas y esperan pacientemente mientras ríen y voltean a ver cual es la mesera más guapa del establecimiento. Un vaso de cerveza después llegan sus codiciadas alitas y las primeras 5 entran como si estuvieran en casa, pero las otras 5 ya no las estás disfrutando de la misma manera, encuentras espacio en el estómago y pasan pero con problemas. Haces cuentas y llevas solo 20 alitas, eso significa que estás pagando 10 pesos por un mísero pedazo de pollo bañad en alguna salsa de mierda y te dices "esto es personal".
Pides otras 10 pero ya solo las ves en el plato, las revuelves con el tenedor, comes una, dos, tres y por fin aceptas la derrota, en una batalla injusta fuiste el perdedor, las alitas que quedaron en el plato de pronto se volvieron tus enemigas y te preguntas en que momento comenzaste a odiar lo que tanto querías momentos atrás.
"Les digo que no vuelvo a venir a este mugre lugar" tus amigos ven tu cara de derrota, heridas de la batalla terminada y te creen.
Es Martes de promoción godín en Hooters y te das cuenta que tu promesa solo duró una semana.
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